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Fue soldado como su padre, pero convertido al cristianismo decidió abandonar las armas del emperador por las de Cristo. Elegido luego Obispo de Tours el 371, sirvió lleno de celo y caridad a su grey durante 26 años. Fundó monasterio, cuidó pobres enfermos, auxilió mendigos, instruyó en santa doctrina a sus feligreses y a todos dio ejemplo de heroica caridad.
Siendo aun catecúmeno y militar, se sitúa la leyenda de la aparición de Cristo en forma de un mendigo a quien dio la mitad de su capa, mereciendo que el mismo Cristo se le apareciera y le dijera: "Martín, siendo catecúmeno, me dio su capa". La devoción popular fue grande desde su muerte hasta nuestros días.
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